El
texto Jn 18,33-37 es el relato del proceso de Jesús ante Pilato. La reflexión
sobre el tema de la realeza está presente en todo el episodio, incluso en la
declaración de Pilato: «¡Aquí tenéis a vuestro rey!» (19,14). Ahora bien, la
«pretensión» de ser Hijo de Dios (19,7) es demasiado elevada para los judíos;
ellos prefieren que este Mesías sea crucificado, y, obrando de este modo,
reniegan de la historia de Israel y de sus mismas expectativas: «No tenemos otro
rey que el César» (19,15).
Esta
perícopa representa el centro teológico del relato joáneo. Se confrontan aquí
conceptos muy diferentes de realeza: Pilato tenía el concepto político-militar
que se podía hacer un romano (v. 37), pero aparece también el teocrático y a la
vez político de los judíos (w. 33ss); sin embargo, la realeza de Jesús
pertenece a otra esfera: «no es de este mundo»; más aún, puede dejarse aplastar
por éste y resultar, de todos modos, vencedora (v. 36).
Jesús
es verdaderamente rey, pero no «de aquí abajo». Ha venido a este mundo a traer
su Reino sobrenatural sin imponer su absoluta superioridad, asumiendo nuestra
condición («para eso nací y para eso vine al mundo») para iluminarla con la luz
de la verdad y hacer al hombre capaz de elegir el Reino de Dios.
La
venida de Cristo obra, por consiguiente, una discriminación entre los que
acogen su testimonio y los que lo rechazan. Es un testimonio verdadero sobre
Dios -cuyo rostro revela Jesús en sí mismo- y, al mismo tiempo, sobre el
hombre, tal como es según el designio del Padre («¡Ecce homo!»: 19,5): acogerlo
significa entrar ya desde ahora en su Reino. En cambio, el que lo rechaza se
somete al príncipe de este mundo (12,31): no es posible mantenerse en un
escepticismo"} neutral como intenta hacer Pilato (18,38). Quien reconoce a
Jesús como rey no se preocupa de triunfar en este mundo, sino más bien de escuchar
la voz de su Señor y de seguirle (v. 37b), para extender aquí abajo su Reino de
verdad y de amor.
Actualización
Poder,
honor y gloria al Rey, a Cristo. Cristo Rey, reinando por siempre,
permaneciendo en su trono, mientras los demás reyes se quitan y se ponen. Reyes
pasajeros, con unos reinos de fronteras reducidas, con una historia tantas
veces de final desastroso. Cuántos grandes personajes acabaron de mala o de
vulgar manera. Cristo reinó ayer, reina hoy y reinará siempre... Rey de reyes,
hoy nos rendimos a tus pies. Acepta el vasallaje de los hombres. También de los
que no te reconocen, esos que tú has redimido con tu sangre. Reina, impera,
manda. Nosotros queremos ser leales a nuestro Rey, que eres tú. Fieles vasallos
de tu Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia. Reino de justicia, de
amor y de paz.
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