Nosotros nos fijamos siempre en la pelusa que un hermano tiene en su ojo, pero no nos fijamos en la viga que hay en el nuestro. Jesús te ama tanto que no se fija en la viga que tienes, pero siempre nos recuerda con cariño que no debemos estar criticando a los demás (Mt 7,1-6), ya que la misma es una pérdida de tiempo y un veneno para nuestro corazón.
Por nuestra soberbia personal, las faltas más pequeñas que afectan a otros se ven aumentadas, mientras que por contraste, los mayores defectos propios tienden a disminuirse y justificarse. Es más, la soberbia tiende a proyectar en los demás lo que en realidad son imperfecciones y errores de uno mismo. Por eso San Agustín aconsejaba: “procura adquirir las virtudes que faltan en vuestros hermanos y ya no verán sus defectos, porque no los tendréis vosotros”.
La critica cuando se haga, debe ser constructiva y no destructiva, debe ser una corrección fraterna.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Deja tus comentarios