Junto a Cristo se vuelven amables todas las fatigas, todo lo que podía ser más costoso en el cumplimiento de la voluntad de Dios.
El llevó nuestros dolores y nuestras cargas más pesadas. Nosotros debemos imitar al Señor, no solo no desechando preocupaciones innecesarias sobre los demás sino ayudando a sobrellevar las que tienen.
Siempre que nos sea posible, asistiremos a otros en su tarea humana, en las cargas que la misma vida impone.
Es así como el mundo necesita un descanso, un lugar tranquilo donde poder descargar nuestras cargas, dolores, enfermedades, logros, penurias etc. Ese lugar es Jesús él mismo nos ha dicho “vengan a mi todos los que están cansados y agobiados y yo los hare descansar”
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