Significa “ofrenda” que denota cualquier cosa consagrada u ofrecida a Dios, y particularmente la pronunciación de un voto.
Los fariseos permitían, y quizá alentaban, a los hijos que consagraran sus propiedades a Dios, y que después rehusaran ayudar a sus padres, bajo la excusa de que sus bienes eran “Corbán”, o consagrados, pasando a formar parte del tesoro del tesoro de las ofrendas (Mt 27,6).
Un dicho rabínico decía: “Es duro para los padres, pero la ley es clara, hay que guardar los votos”. Jesus reprocha a las autoridades judías religiosas por este tipo de votos como una de las tradiciones por las que anulaban la Palabra de Dios (Mc 7,11).
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