DIALOGO EN EL MATRIMONIO (I PARTE)

sábado, 21 de julio de 2012

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Seguramente la gran mayoría de los cónyuges hablan entre sí sin problemas, es decir, intercambian palabras propias de la cotidianidad de la vida. Pero, ojo, que para llegar al diálogo es necesario algo más: un traspaso de la intimidad de cada uno.

Hablamos de las cosas que hay que hacer en la casa, de las actividades y del colegio de los hijos, del presupuesto… y está bien. ¡Muy bien! Pues de hecho todos aquellos ítems son parte fundamental de la comunicación en la vida conyugal, que si no se conversaran el panorama sería negro total. Sin embargo, todos ellos son temas exteriores que “no alcanzan”, por decirlo de alguna manera, para cultivar el verdadero diálogo

Dialogar es abrir el corazón al otro y mostrarle quienes somos por dentro, qué angustias nos aquejan, qué esperanzas nos mueven, cuáles son las alegrías o las penas que tenemos. Dialogar es hablar de la vida del matrimonio, intercambiar aquello que nos motiva, es poner proyectos en común, hablar de lo que nos preocupa, de lo que nos conmueve, nos interesa, nos asusta…

Para todo ello, es fundamental que entre los cónyuges haya una mutua valoración, respeto y admiración.

¿Cómo hablamos?
Se distinguen cuatro tipos de diálogos y el hecho de conocerlos ayuda a no descuidar ninguna de las aristas que sustentan al matrimonio.
1 Diálogo espiritual: consiste en descubrir las maravillas del cónyuge. El diálogo espiritual se produce cuando el matrimonio se va comprendiendo y valorizando mutuamente. Aquí es fundamental la confianza cultivada.
2 Diálogo afectivo: a través de él se expresan sentimientos y afectos. Esto se demuestra con gestos y palabras de cariño. Es la sonrisa, la caricia y frases como: “te he echado de menos”. Oportunidades hay muchas como: felicitar por los logros, interesarnos por sus dolores. Descubrir sus gustos, mirarle cuando habla, conocer sus estados de ánimo, leer sus emociones…
3 Diálogo sobrenatural: los casados por la iglesia, están llamados a santificar su matrimonio. Por eso cometerían un grave error, si edifican su conducta espiritual a espaldas y al margen de su hogar. La vida familiar, las relaciones conyugales, la educación de los hijos, el esfuerzo por sacar económicamente adelante la familia, son situaciones que los esposos deben poner en manos de Dios.
4 Diálogo físico: es un diálogo propio del matrimonio y de gran importancia. La unión corporal es la comunión de dos esposos y ella es la expresión del amor espiritual, afectivo y sobrenatural. De hecho cuando las manifestaciones corporales no se alimentan de esas dimensiones, llevan a una esperada insatisfacción. HF
La falta de diálogo hiere la raíz del amor, la ternura, la delicadeza, el respeto. El otro se convierte en un extraño y se transforma en un simple socio de la empresa familia.

Todo un arte
A dialogar se aprende. Lograr tener diálogos como una actitud constante y fluida en el matrimonio es una tarea no menor. Hay que luchar contra importantes factores como la falta de tiempo, la televisión, el exceso de trabajo, el temor de enfrentar los problemas…y, según Jimena Valenzuela, abogada y orientadora familiar, hay que tener en mente algunas “recetas” como son:
•          Hablar desde el yo íntimo, de los sentimientos que uno experimenta con las actuaciones del otro. A veces se piensa que el otro tiene que adivinar nuestros deseos y pensamientos más profundos, porque o si no los consideramos faltas de amor.
•          Proponerse aprender a escuchar, a no interrumpir y evitar dar cátedras interminables. Entender que la expresión corporal es fundamental: mostrar que se está poniendo atención, no hacer gestos despectivos, groseros o de desconcentración.
•          Elegir el momento oportuno para plantear ciertos temas. Por ejemplo, definitivamente la mujer no le puede hablar de sus angustias al marido cuando él está viendo la final del mundial. Intuir el estado de ánimo del otro antes de iniciar una conversación que puede resultar más profunda o conflictiva.
•          Ponerle cabeza al tema de la conversación: pensar qué temas son interesantes para el otro, buscar aprender de los intereses del otro. Jamás cansarse de luchar y de buscar instancias de diálogo. No resignarse a la falta de comunicación. Suprimir la apatía, la lata y la indiferencia. Encontrar conscientemente instancias de conversación. Salir a comer, cuidar el romance y la intimidad conyugal.
•          No es necesario estar hablando todo el tiempo: hay formas muy ricas de comunicación no verbal como una mirada, un cariño, un mensaje de texto. Pero cuidado con caer en el mutismo.
•          Tampoco es bueno pecar de exceso de sinceridad. Recordar que el tino y la caridad están por encima.
•          Ser absolutamente discreto con las confidencias del cónyuge. Nunca comentarlas con terceros, para no perder su confianza.
•          Jamás insultar, ni ridiculizar al otro, evitar las ironías y las descalificaciones.
•          No es necesario estar hablando todo el tiempo: hay formas muy ricas de comunicación no verbal como una mirada, un cariño, un mensaje de texto. Pero cuidado con caer en el mutismo.
•          No taimarse ni ofenderse por cualquier cosa. Tener pensamientos positivos con respecto al otro y a sus intenciones: es mejor pensar que hace o dice las cosas no con la intención de ofenderme o molestarme. Comprender que el otro puede tener otro punto de vista, otros gustos y otro estilo y eso no significa falta de amor. Se pueden dar las opiniones con entereza, pero también ceder en lo que es opinable y cedible.


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