El
nacimiento de Jesús según el evangelista Mateo es en “Judea, en tiempo del rey Herodes” (Mt 2,1). El tiempo de Herodes el
Grande lo ubicamos desde el 73 a.C. hasta el 4 a. C., era Idumeo, tuvo diez
esposas y siete hijos. Logró afianzar su poder con la ayuda de Roma, fue
gobernador de Galilea el 47 a.C. rey de Judea 41-40, en el año 37 a.C. ocupó
Jerusalén, luego Sumaría y varias ciudades, entre ellas Jericó hasta su muerte.
Herodes era un hombre muy sangriento, asesinó a tres de sus hijos.
Al
enterarse que Jesús había nacido, unos “magos que venían de oriente se
presentaron en Jerusalén, diciendo ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha
nacido? Es que vimos su estrella en oriente y venimos a adorarle” (Mt 2,1-2).
Josef Schmid nos informa que “los magos aquí nombrados son magos babilónicos o
«caldeos», esto es, hombres sabios, entendidos en astrología. Vienen
probablemente de Babilonia, el imperio parto de entonces o de la Arabia del
norte. Es natural que se dirijan por primera providencia a la capital judía.
Para comprender su marcha al país judío, hay que tener presente la activa y
eficaz propaganda religiosa llevada a cabo por el judaísmo, en la época de
Jesús, por todas partes donde había judíos dispersos entre paganos; y Babilonia
era, junto con Egipto y Siria, el centro más importante de la diáspora judía.
Mediante esa propaganda se extendió también por todas partes la creencia en la
venida del Mesías, la cual se encontraba entonces en su máxima tensión.
Fácilmente se comprende que también los magos babilónicos, a pesar de ser paganos,
estuvieran dispuestos a recibir tal mensaje, si se tiene en cuenta que, según
el testimonio de textos cuneiformes babilónicos, los astrólogos del país tenían
puesta su mirada, desde hacía largo tiempo, en un futuro rey salvador que debía
aparecer en occidente. Añádase, además, la viva nostalgia sentida por entonces
en todo el ámbito del mundo antiguo, de un «salvador» , un rey libertador. En
la estrella de los magos se ha querido ver, o un cometa (así ya desde
Orígenes), o la conjunción de los planetas Júpiter y Saturno en el signo de
Piscis, que tuvo lugar tres veces en el año 7 a.C, opinión mantenida desde
Kepler (quien, sin embargo, veía en la conjunción de los planetas sólo el
anuncio de la estrella misma de los magos) hasta hoy por muchos otros investigadores
modernos. Pero tales hipótesis serían conciliables con el texto de Mateo sólo
en el caso de ver en su descripción de la estrella una narración de tipo
poético popular. Pero el Evangelista habla expresamente de una estrella, que va
delante de los magos al final de su viaje, durante el trayecto de Jerusalén a
Belén, que camina de norte a sur, mientras que el movimiento normal de las
estrellas va de este a oeste, que avanza (en el cielo) delante de ellos y que
se para (v. 9) sobre la casa en la que estaba el niño. Estos detalles del
relato excluyen, por sí solos, toda explicación de tipo natural. Por
consiguiente, la estrella no puede ser utilizada para fijar la fecha del
nacimiento de Jesús”1. La señal en el cielo al nacimiento de Jesús
fue muy prodigiosa ya que el evangelista no la excluye del relato.
Por
su parte el Papa Benedicto XVI (La Infancia de Jesús) nos dice sobre los magos
que ellos:
“Representan el camino
de las religiones hacia Cristo, así como la autosuperación de la ciencia con
vistas a él. Están en cierto modo siguiendo a Abraham, que se pone en marcha
ante la llamada de Dios. De una manera diferente están siguiendo a Sócrates y a
su preguntarse sobre la verdad más grande, más allá de la religión oficial. En
este sentido, estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de
la verdad, propios de todos los tiempos. Se ha relacionado a los tres reyes con
las tres edades de la vida del hombre: la juventud, la edad madura y la vejez.
También ésta es una idea razonable, que hace ver cómo las diferentes formas de
la vida humana encuentran su respectivo significado y su unidad interior en la
comunión con Jesús. Queda la idea
decisiva: los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad
cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre
toda la historia. No representan únicamente a las personas que han encontrado
ya la vía que conduce hasta Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu
humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de
Cristo”.
Con
respecto a la estrella que siguieron los magos el Papa dice:
“La gran conjunción de
Júpiter y Saturno en el signo de Piscis en los años 7-6 a. C. parece ser un
hecho constatado. Podía orientar a los astrónomos del ambiente cultural
babilónico-persa hacia el país de Judá, hacia un «rey de los judíos». Los
pormenores de cómo aquellos hombres han llegado a la certeza que los hizo
partir y llevarlos finalmente a Jerusalén y a Belén, es una cuestión que
debemos dejar abierta. La constelación estelar podía ser un impulso, una
primera señal para la partida exterior e interior. Pero no habría podido hablar
a estos hombres si no hubieran sido movidos también de otro modo: movidos
interiormente por la esperanza de aquella estrella que habría de surgir de
Jacob (cf. Nm 24,17). Que los Magos fueran en busca del rey de los judíos
guiados por la estrella y representen el movimiento de los pueblos hacia Cristo
significa implícitamente que el cosmos habla de Cristo, aunque su lenguaje no
sea totalmente descifrable para el hombre en sus condiciones reales. El
lenguaje de la creación ofrece múltiples indicaciones. Suscita en el hombre la
intuición del Creador. Suscita también la expectativa, más aún, la esperanza de
que un día este Dios se manifestará. Y hace tomar conciencia al mismo tiempo de
que el hombre puede y debe salir a su encuentro. Pero el conocimiento que brota
de la creación y se concretiza en las religiones también puede perder la
orientación correcta, de modo que ya no impulsa al hombre a moverse para ir más
allá de sí mismo, sino que lo induce a instalarse en sistemas con los que
piensa poder afrontar las fuerzas ocultas del mundo”.
Es
importante destacar que Los magos no preguntan por el hijo del “Rey de los
Judíos” que afanosamente buscan, ya que no pudo haber nacido en la casa de
Herodes puesto que él era extranjero y no era descendiente de David.
El
rey Herodes al escuchar las palabras de los magos se “sobresaltó” (gr.
“tarásso” también significa inquietar, turbar, perturbar, preocupar, asustar,
agitar. El verbo es utilizado sólo 2 veces en Mt Mt 2,3; 14,26) y con él toda
Jerusalén. El rey convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo
para preguntarles donde había de nacer el Cristo. Ellos le respondieron: “En Belén, tierra de Judá, asi lo dejó
escrito el profeta: y tú, Belén tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los
principales clanes de Judá, porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi
pueblo Israel”(Mt 2,5-6). Los sumos sacerdotes y escribas le respondieron
al rey Herodes con la profecía de Miqueas (5,1-3) aunque con algunas variantes
por parte del evangelista. Omite que saldrá de “Belen de Efratá” y el final está
variado con arreglo a 2 Sam 5,2 La variante de más importancia, por su
contenido, está en el «de ningún modo», añadido por Mateo, al ver cumplida ya
la profecía. Una vez que el Mesías ha nacido realmente en Belén, ya no puede
pensarse en su pequeñez, sino en la dignidad que con ello le ha cabido en
suerte. .
El
rey se encuentra preocupado por el supuesto rival que le ha nacido y llama
“aparte” a los magos para enviarlos en busca del niño. Era típico de las
sociedades mediterráneas tener poca vida privada. Se esperaba que to.do lo que
honorable se en público, pues solo la gente sin honor tema algo que ocultar.
Así, en los pueblos, las puertas de las casas estaban siempre abiertas durante
el día, y cuando alguien hacía un negocio en público se montaba todo un
espectáculo. El hecho de que Herodes obrase secretamente indica al lector que
está actuando de manera deshonrosa.
Los
magos no se aliaron con el plan del asesino Herodes, por el contrario,
marcharon siguiendo a “la estrella que iba delante de ellos” (Mt 2,9), la misma
se detuvo en lugar donde había nacido Jesús y los reyes se llenaron de una
inmensa alegría. Entraron a la casa donde estaba María y se postraron y lo
adoraron. El evangelista Mateo habla de la casa de María (gr. oikía), mientras
Lucas dice que Jesús nació y fue “envuelto en pañales en un pesebre” (Lc 2,7).
Lucas utiliza la palabra griega “fátne” que significa “pesebre, establo” y es
solamente utilizada por él en el NT 4 veces (Lc 2,7.12.16; 13,15).
Mateo
describe la adoración de los magos citando implícitamente varios textos del AT
que anuncian la vuelta de los judíos exiliados y de los gentiles a Jerusalén en
los tiempos escatológicos para adorar y ofrecer sus dones (Sal 72, 11-12; Is 49,
23; 60, 6).
Los
magos le ofrecieron tres dones “oro, incensó y mirra” (Mt 2,11). El Evangelio
Armenio de la Infancia de Jesús, el cual es apócrifo, nos dice acerca de los
dones y los nombres de los reyes lo siguiente:
17. En primer término
se adelantó Gaspar, rey de la India, llevando nardo, cinamomo, canela, incienso
y otras esencias olorosas y aromáticas, que esparcieron un perfume de
inmortalidad en la gruta. Después Baltasar, rey de la Arabia, abriendo el cofre
de sus opulentos tesoros, sacó de él, para ofrendárselos al niño, oro, plata,
piedras preciosas, perlas finas y zafiros de gran precio. A su vez, Melkon, rey
de la Persia, presentó mirra, áloa, muselina, púrpura y cintas de lino.
Al
final del relato los reyes avisados en sueño para que no volvieran a Herodes,
se fueron por otro camino. La inocencia del niño prevaleció sobre la astucia y
las ansias de poder y sangre de Herodes, Dios lo protegió en todo momento.
ACTUALIZACIÓN
Jesús ha nacido en el
lugar más humilde que se pueda encontrar, Él nos ha demostrado que siendo Hijo
de Dios se pueden hacer grandes cosas. Hoy también quiere nacer en el lugar más
modesto de nuestro cuerpo, en nuestro corazón. De cada uno de nosotros depende
que siga naciendo, no debemos hacernos la vista gorda ante el inmenso amor que
quiere entregarnos, que no nos de miedo amar, Él murió por amor.
Son grandes los
obstáculos que nos presentaran en nuestro vivir diario para que Jesús no se
encuentre a nuestro lado, el egoísmo, las ansias de dinero y poder, la falta de
fraternidad, la mentira, el orgullo, la violencia, el odio, el apego por cosas
materiales (carro, teléfono, casa) impiden que la puerta de nuestro corazón se
encuentre abierta. Es imprescindible que nos vaciemos de tantas cosas
insignificantes en nuestras vidas y nos llenemos de Dios, que es el único que
puede perdonar nuestras faltas y suplir nuestras necesidades.
El año 2014 debe
estar provisto de amor, de lo contrario se acrecentará las luchas entre unos y
otros, debemos esparcir la fragancia del Evangelio por cada lugar que visitemos.
1. SCHMID, Josef, El Evangelio Según San Mateo, Herder,
Barcelona 1973, 1ra Edición, p 70-71
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