Luego del serio conflicto con los fariseos y
escribas (Mc 7,1-23), Jesús parte a la región de Tiro (Mc 7,24) (gr. Tyros), que
era un antiguo puerto de Fenicia, cuyos reyes formaron una alianza con David y
Salomón. Tiro proveyó a Israel de madera y de hábiles artesanos, en tanto que
Israel envió a Hiram, y a gobernantes posteriores, el trigo que el pueblo de
Tiro necesitaba (1 R 5; Hch 12,20). Fue Tiro quien introdujo el culto a Baal en
Israel. Era una isla fortificada en el Mediterráneo a muy poca distancia de la
costa (Is 23; Ez 26–28). Estaba situada al sur de Sidón y al norte del Carmelo.
Alejandro Magno la tomó construyendo un puente para llegar a ella. Se profetizó
que la gente de Tiro y sus alrededores participaría algún día de las
bendiciones de la era mesiánica (Sal 87,4).
Jesús quería pasar inadvertido, son dos las razones
que se aducen por la cual Jesús no quería que nadie supiera de su viaje:
1.
Jesús no pensaba realizar una labor misionera en aquel lugar. Herodes Antipas
tenía malas intenciones contra Jesús (MC. 6,14.16; cf. Lc 13,31). Los
dirigentes judíos tramaban su muerte. Mucha gente le había dejado. Los Doce
necesitaban instrucción. Lo que hacía falta era descanso y tranquilidad. De
modo que entra en una casa. ¿De algún amigo? No, al parecer, de un extraño, con
la esperanza de obtener algún reposo sin interrupciones, a fin de tener
conversaciones confidenciales con los Doce
2.
Jesús fue en dirección noroeste a los límites de Fenicia en busca de “un campo
misionero más fructífero.
Sin embargo Jesús
no lo logró pasar inadvertido, ya que habiendo oído hablar de él una
mujer le sale al encuentro ya que su hija estaba “poseída de un espíritu
inmundo y se postró a sus pies” (Mc 7,26). La madre al reconoce
la superioridad y
poder de Jesús
(se echó a sus pies) al igual que María (Lc 10,39),
mostrando al mismo tiempo la gravedad de su problema. La situación de su hija
le resulta insostenible.
Jesús le responde a la mujer que “esperara que primero
se sacien los hijos, pues no está bien
tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos” (Mc 7,27). Son muchas las
interpretaciones con respecto a este versículo por la forma tan despectiva que
Jesús se dirige a la madre. Veamos algunos:
• A juicio
de Bruce Malina (Los Evangelios Sinópticos y su Cultura, pág. 176) “El término
«perro» es un grave insulto en el mundo mediterráneo, pues los perros eran
animales carroñeros, no domésticos. Es interesante observar que el término
usado aquí es el diminutivo «cachorro» o «perrito». Pudo haber sido elegido
porque el favor solicitado era para una niña, pero a pesar de todo es
Insultante”.
• Por su
parte Juan Mateos (El Evangelio de Marcos, Pág. 151) nos dice que “si los judíos, que se consideran privilegiados
como pueblo, llaman perros a los
paganos, ella, la
clase social privilegiada,
trata como perros a los oprimidos
que dependen de ella. En esa sociedad,
los miembros de la clase dominante tienen derecho a todo e
indefinidamente (que primero
se sacien los
hijos), los de la clase dominada
(los perros) tendrán
que esperar hasta que
los otros quieran”.
• Por su
parte Xavier Pikaza (Para vivir el Evangelio de Marcos, Pag 103 dice que “Hijos
son los judíos: cuando ellos se conviertan y alcancen la plenitud mesiánica,
abrirán la mesa de su gracia a todos los pueblos de la tierra, presentados aquí
como perritos, en terminología que es normal en aquel tiempo. Jesús dice a la
mujer: «¡espera!». Así aparece como israelita que cumple los principios de vida
y de promesa de su pueblo”.
Soy de los que piensan que Jesús no está
compartiendo con la mujer los prejuicios de su cultura con respecto a este
animal de alma casi humana. El episodio, que de por si está cargado de una
autentica vibración humana, no lo dice todo, hay detalles que faltan, por
ejemplo; los habitantes de la casa, una mirada, un suspiro, una sonrisa, una
inflexión de voz que pueden darle otro giro al relato,. Quizás Jesús en ese
momento estaba mirando uno de esos perritos de la casa que iba pasando con unos ojos húmedos y adorables capaces de
evocar cualquier cosa menos una repulsión. Lo cierto del caso es que la mujer
no se siente ofendida y le responde a Jesús “Si Señor, pero también los
perritos comen bajo la mesa migajas de los niños” (Mc 7,28). La palabra “Señor”
(gr. Kúrios) aparece en Marcos (2,28; 7,28; 11,3; 12,36b.37; 16,19.20) 7 veces
y es la primera vez que una persona se dirige a Jesús con ese título, en este
caso es una mujer pagana.
La mujer se contenta con las migajas, sabe que hay
para todos, ella está segura que Jesús es la migaja de pan que viene alimentar
a todo el mundo, también a los paganos, sabe que el amor de Jesús es universal,
no es exclusivo de algunos. Ella supo ver los signos de los tiempos (Lc
12,54-56).
Por las palabras que salieron de lo más hondo del
corazón de esta mujer Jesús le dijo: “Por lo que acabas de decir, puedes irte
el demonio ha salido de tu hija” (Mc 7,29). El demonio (gr. “daimónion”) ya no
tendrá poder sobre su hija, sabe que fue liberada por aquel que tiene el poder
y la autoridad para expulsarlo.
Diferentes estilos narrativos entre Marcos y Mateo
Son varias las diferencias entre los dos
evangelistas, Aquí Mateo es más pintoresco y detallista:
ü Mt tiene 8 versículos, Mc 7
ü En
Mt el encuentro tiene lugar en la calle, en Mc en la casa de una persona de
Tiro.
ü Mt
dice que Jesús se retiro hacia “Tiro y Sidón”, Mc a Tiro.
ü Mt
nos informa que la mujer era cananea, Mc que era griega.
ü En
Mt la mujer grita “Señor hijo de David”, en Mc no grita y lo llama “Señor”.
ü En
Mt los discípulos se sentían ofuscados por los gritos de la mujer, en Mc no.
ü Mt
dice que Jesús le responde que él ha “sido enviado más que a las ovejas
pérdidas de la casa de Israel”, Mc no lo menciona.
ü En
Mt el milagro sucede de acuerdo su deseo
“que te suceda como deseas”, en Mc no se menciona esta frase.
ACTUALIZACIÓN:
La mujer rogaba por su hija enferma, así mismo es
nuestra Iglesia, ruega por sus hijos como buena madre, quiere siempre extirpar
el pecado aunque existen dentro de ellas lobos y ovejas, sólo el Buen Pastor
puede alejar el enemigo de nuestras vidas, sin él estaríamos perdidos como un
barco a la deriva.
La salvación no es exclusiva de algunos, como muchos
dicen que solamente es para 144.000, la verdad es que han interpretado bastante
mal la Palabra de Salvación. Jesús murió por todos los pecadores, quiere que se
conviertan y que su vida sea un mundo lleno de felicidad. Hay que buscar a Dios
en nuestro corazón, él se deja encontrar siempre, somos nosotros quienes lo
domesticamos.
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