Iniciamos
esta semana con algunos comentarios bíblicos del Evangelio diario de la liturgia que seguramente le van a ser de mucha ayuda al momento de interpretar
las Sagradas Escrituras, presentamos el contexto en el que se desarrolla el
pasaje tratando de establecer un poco y descifrando el pensamiento del
evangelista.
Miércoles:
Mt 6,1-6 La enseñanza que el evangelista hace en el primer
versículo es un alerta muy acusado “aplicar el ánimo,” “estar atentos” para
evitar hacer la “justicia” con ostentosidad. Este término corresponde al hebreo
tseda-yah, justicia, pero que en la época de Cristo, y ya de antes (Eclo 3,32;
7,10; Tob 12,3), vino a significar corrientemente limosna. Pero no es aquí éste
su sentido, pues es tema general que afecta a diversos temas, y entre los
cuales se dedica uno específicamente a la limosna (v.2-4) con su término propio
(ελεημοσύνη). Aquí vuestra “justicia” significa la conducta moral general de
los discípulos de Cristo. “Si vuestra
justicia no supera a la de los escribas y fariseos no entraréis en el reino de
los cielos” (Mt 5,20).
Con
respecto a la Limosna.. Es una práctica
religiosa especialmente recomendada en el A.T. (Prov 2,27; 19,17; 21,13; 28,27;
Tob 4,7, etc.), y hasta tal punto se la considera característica del hombre
“justo,” que se llega a llamar a la limosna “justicia” (Eclo 3,32; 7,10; Tob
12,3, etc.). En la literatura talmúdica la limosna ocupa un lugar preferente
(cf. Dt 15,11).
Pero
no basta dar materialmente limosna para que sea un acto religioso. Cristo va a
hacer ver el espíritu cristiano que ha de informar la práctica de la misma. Y
lo hace ver en contraste con la práctica de los “hipócritas.” Estos son en el
contexto los fariseos (Mt 15,17; 22,18; 23,13-15.18) . Lucas (12,1) dice de
ellos, “Guardaos del fermento de los
fariseos, que es hipocresía”. Y los
cuales son descritos aquí “tocando la trompeta en las sinagogas y en las calles”
(Mt 6,2) para ser alabados por los hombres.”
Rabí
Eleazar (c.270 d.C.), decía, “Quien da limosna en lo oculto es más grande que
nuestro maestro Moisés.” No se trata de la “vida interior” frente a la
exterior. Es el “espíritu” de la obra lo que se destaca. En otro pasaje que
recoge Mt, Cristo hará ver que el mérito de la limosna no está tanto en la
cantidad de ésta cuanto en el espíritu y amor a Dios que en ella se ponga (Mt
12,41-43).
La oración…Todo
judío piadoso varón había de orar tres veces al día, sobre las nueve de la
mañana, mediodía y sobre las tres de la tarde; prescripción ya muy anterior a
la época neotestamentaria. Generalmente se oraba de pie, pero también era
frecuente orar de rodillas. Se solía orar tendidos los brazos al cielo, e
incluso vueltas las palmas de las manos, como esperando el don que esperaba recibirse.
Mas
para el fariseo “hipócrita”, también la
oración era motivo para su vanidad. Les gustaba orar ostentosamente en las
“sinagogas,” en el templo, también
estaba permitida la oración en cualquier lugar puro y en los ángulos de las plazas, probablemente
para no ser interrumpidos en su exhibicionista oración por los transeúntes y
bestias de carga. Jesucristo los describe diciendo el modo con que oran, con
una palabra (έστώτες) que se la puede traducir por “estando de pie.” Traducción
legítima, pero que pudiera estar fuera de contexto. Porque lo que se censura no
es la posición, máxime cuando generalmente se oraba de pie “cuando se pongan de
pie (στηχετε) para orar.” (Mc 11,25), sino el modo exhibicionista con que
oraban. Por eso se podría traducir esa palabra, mejor que por la “de pie,” por
la de pose. Con ello ya recibieron su recompensa al ser vistos por los hombres,
por quienes lo hicieron.
Jueves: Lc 9,22-25
Los tres
sinópticos sitúan este pasaje inmediatamente a la confesión de Pedro (Mt 16,13-20;
Mc 8,27-30; Lc 9,18-21). Expuesto el anuncio de la pasión y muerte de Cristo,
se le advierte al discípulo que ha de imitarle, y que se le anuncian así las
persecuciones que le aguardan. En Mt-Lc, Cristo se dirige a los discípulos; en
Mc, además de los discípulos, convoca a la multitud. Probablemente es para
indicar la universalidad de la enseñanza.
La primera enseñanza es que el hombre ha de “negarse a
sí mismo,” y esto “cualquiera que quiera venir en pos de mí.” Y, además, “tomar
su cruz,” que Lc matizará “de cada día”; y llevar esta cruz y “seguir” a
Cristo. La sentencia está vista con la portada de las experiencias contra los
discípulos del reino primitivamente debió de ser un anuncio más general para el
ingreso en el reino y que además Lc le da también un sentido más “moral,” al
hacer ver la cruz de “cada día.” Las persecuciones contra la Iglesia naciente
ya se habían desatado a la hora de la composición de los evangelios, y a estos
nuevos “discípulos” apunta el evangelista.
Estas las sintetizaron en la cruz. Aunque la cruz era
de uso penal romano, los judíos habían visto ya estos cortejos ir a la muerte.
Al morir Herodes el Grande, Varo había hecho crucificar a 2.000 judíos. Y desde
el tiempo del procurador Cuadrato hasta el asedio se citan numerosos casos de
crucifixión. El mismo hecho de la crucifixión de Cristo con “dos ladrones” no
era más que un episodio usual de estos procedimientos romanos. La entrega a
Cristo en las persecuciones podía llegar a la muerte.
En el ambiente judío contemporáneo de Cristo no se
conocía en su medio ortodoxo, aunque parece que algunas fracciones lo admitían,
la idea de un Mesías paciente, menos aún que hubiese de morir en cruz. De ahí
la extrañeza de Pedro. Y una buena sugerencia de la historicidad de las
predicciones de Cristo sobre su muerte.
Y se le exigía esto al discípulo de Cristo. Era oportuno
recordarlo en época de persecuciones. Al fin, no era más que ir con la cruz al
Calvario “siguiendo” a Cristo. Para la redacción se pensó en el Cirineo
llevando la cruz “detrás” de Cristo (Lc 23,26). Este es su sentido primitivo.
Analógicamente, y en un orden “etizado” y cotidiano, ha de tomársela “cada día”
(Lc 9,23; 1 Cor 15,31). Mc insistirá en que esta persecución y pérdida de la
vida es “por mi causa y por el Evangelio,” palabra ésta que proviene del uso de
la Iglesia primitiva.
A esto se añade una comparación, “¿Qué aprovecha al
hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?” “Alma,” conforme al uso semita,
está por “vida.” La comparación era proverbial. Sobre el 90 (a.C), Simeón bar
Schatach gozaba al oír en boca de los paganos, “Alabado sea el Dios de los
judíos, más que ganarse el universo entero.”
Esta “vida” del hombre del texto evangélico no se
refiere a la simple pérdida de la vida física, sino de la “vida” eterna. Si
aisladamente fuese un proverbio en el que se comparase la pérdida de la simple
vida física con el universo, en este contexto no lo es. Pues se trata de
“perder la vida por mí” (Mt), “por mi causa.” (Mc).
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