Para
explicar el origen de Jesús, Mateo utiliza un recurso muy conocido en la
antigüedad: la genealogía. Las genealogías servían para conocer los antepasados
de una persona, y esto era de suma importancia en la cultura mediterránea del
siglo primero, en la que el individuo se entendía a sí mismo y era visto por
los demás como parte de un grupo, especialmente del grupo de parentesco al que
pertenecía. La familia era el depósito del honor acumulado por todos los
antepasados, y cada uno de sus miembros participaba de dicho honor y estaba
obligado a defenderlo.
La
intención de Mateo al comenzar su evangelio con esta genealogía es dar a conocer
la ilustre ascendencia de Jesús, que se remonta nada menos que a David y a
Abrahán, presentándole así como un personaje muy honorable a los ojos de sus
contemporáneos.
La
estructura de la genealogía de Mateo es sencilla: tres grupos de catorce
generaciones, enmarcados por un título (Mt 1,1} y una conclusión (Mt 1,17). En
el título el autor descubre sus intenciones: en Jesús confluyen las promesas
hechas a Abrahán (Gn 12,3) y a David (2 Sm 7,1-7); la bendición prometida a
todos los pueblos pasa a través de Jesús, el Mesías descendiente de David.
La
división en tres grupos de catorce es sin duda artificial. Con ella Mateo
señala las grandes etapas de la historia de la salvación: Abrahán, David, la
cautividad de Babilonia, y finalmente Jesús, que inaugura la etapa definitiva.
Es posible que con la triple repetición del número catorce el evangelista haya
querido evocar el nombre de David, cuyas letras hebreas (DVD) equivalían
numéricamente a 4+6+4, es decir catorce, para subrayar que la promesa de un
Mesías descendiente de David tiene su cumplimiento en Jesús. En esta lista de
los antepasados de Jesús llama la atención la presencia de cuatro mujeres:
Tamar, Rajab, Rut y la mujer de Urías, cuatro extranjeras a través de las
cuales la línea de las promesas divinas continúa de forma sorprendente. Tamar
(Gn 38,1-30), que urdió un engaño y engendró un hijo de su suegro Judá; Rajab
(Jos 2,1-21), una prostituta de Jericó que colaboró en su conquista y se unió
al pueblo de Israel; Rut, que era de origen moabita y se convirtió en
"abuela" de David (Rut 1-4); y la mujer de Urías, que engendró de
David a Salomón en un contexto de homicidio y adulterio (2 Sm 11-12). Todas
ellas eran extranjeras, y todas llegaron a ser madres de forma extraña. Mateo
quiere mostrar a su comunidad que los paganos tienen un lugar en los planes de
Dios. También quiere mostrar que el misterioso nacimiento de Jesús a través de
María tiene su lógica en la historia de la salvación. Es Dios, y no los hombres,
quien mueve los hilos de esta historia, y lo hace de forma sorprendente.
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