La
Biblia nos da una enseñanza esencial para vivir largos años. El libro del Génesis
nos relata la edad de algunos personajes, parece incluso sorprendente como
duraban tantos años, antes del diluvio la gente vivía más años, por ejemplo se
dice que Adán vivió 930 años, Set vivió 912 años, Quenán vivió 910 años, Matusalén
vivió 969 años y el ultimo de la descendencia de Adán en el capítulo 5 que nos
da información sobre su edad es Lamec y dice que vivió 777 años. Como se puede observar antes del diluvio la
gente duraba muchos años según el relato del autor, sin emabargo hay que
aclarar que la cantidad de años es una manera de cuantificar la calidad de
vida, no son edades reales.
Ahora
bien, luego del diluvio, el Génesis nos presenta unos datos bien interesantes,
la cantidad de años de la gente ha disminuido considerablemente, la razón es
que a medida que el mal crece, el hombre se vuelve menos feliz, o sea vive cada
vez menos (Gn 6,3). Hay que hacer, sin embargo una observación, Henoc que
anduvo con Dios, desapareció, porque Dios lo arrebató (Gn 5,24), es decir, que
los que son fieles a Dios y a su proyecto viven para siempre.
La
razón del diluvio según el autor, es que fue provocado por la pretensión de los
hombres de querer ser como Dios, es a partir de allí cuando la gente se vuelve
más infeliz y por ende empiezan a durar menos. Antes del diluvio duraban de 700
a 1000 años, después del diluvio de 200 a 600 años, después de Abraham de 100 a
200 años, y más tarde de 70 a 80 años (Sal 90,10).
Si
el ser humano quiere acrecentar su vida en la tierra tiene dos maneras:
1.
Mantenerse en el camino del bien, siempre buscando la santidad, tal como Jesús
nos enseño.
2.
Ser feliz siempre y en todo momento, siempre van haber dificultades en nuestras
vidas pero lo importante es saberse parte del plan de Dios y que hemos venido
al mundo para ser felices y para hacer feliz a los otros. El camino en esta
tierra puede ser corto, pero si a cada día le inyectamos una dosis de felicidad,
seguramente al final de nuestros días diremos que hemos vivido por mil años,
porque los hemos vivido con amor. En la vida hay que reírse, hay que vivirla a plenitud, degustarla con lo que hacemos pero también proyectarla a otros con nuestro ejemplo.
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