El
término de "anticristo" se encuentra únicamente en las cartas de San
Juan (1 Jn 2,18-22; 4,3; 2 Jn 7) con la significación de los que negaban a
Jesús o de un enemigo de Jesucristo, que aparecerá en los últimos tiempos. Pero
con idéntica o similar significación encontramos otros pasajes. Concretar esta
significación es cosa difícil, pues toda la doctrina del anticristo es muy
oscura y está envuelta en el misterio. De una manera general podemos decir que
se trata de la guerra que ha existido siempre y que seguirá siempre existiendo
entre Dios y Jesús contra Satán y sus secuaces. La lucha del bien contra el
mal, o, si queremos mejor, del mal contra el bien.
En
el llamado apocalipsis sinóptico se anuncia un tiempo de catástrofe, en el que
aparecerán falsos cristos y falsos profetas, que con sus argucias y prodigios
inducirán a los hombres a la apostasía (Mt 13,5-21; Mc 24,11). A esta misma
realidad alude San Pablo cuando, al referirse a la parusía, habla de la
apostasía y de "el hombre de iniquidad, el hijo de la perdición" (2
Tes 2,3), que existe ya, que está incluso en funciones, pero que no puede
manifestarse en plenitud porque hay algo o alguien que le retiene (2 Tes 2,7).
Ni sabemos qué es esto o quién es este que retiene al anticristo, ni qué cosa
es o quién es el anticristo. Digamos que es la fuerza del mal, que lucha por
hacer fracasar la obra de la salvación llevada a cabo por Jesucristo, y que se
manifestará abiertamente en los últimos tiempos. Pero que no logrará nunca su
vano intento, pues Jesucristo, liberador y salvador de los hombres, saldrá
siempre triunfante.
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