El
texto de Mc 7,31-37 nos presenta a Jesús en territorio pagano atravesando los
montes de Decápolis. Le llevaron un hombre sordo y tartamudo y le “rogaban” (
παρακαλοῦσιν gr. parakalousin) que le impusiera la mano sobre él. Jesús lo tomó
aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos, después con su saliva toco
su lengua. Levantando la vista dijo: “ábrete”
Ἐφφαθά gr. eppatha. Inmediatamente se le abrieron los oídos y se desato el
“impedimento” (δεσμὸς gr. desmos. Denota también cárcel, grillo, cadenas,
atadura) de la lengua y hablaba normalmente.
Cristo
insiste en que no lo “dijesen” a nadie; no en vano le había apartado de la
turba. Buscaba con ello evitar prematuros y desorbitados movimientos
mesiánicos. Pero no hicieron caso. Cristo, sabiendo que no se había de guardar
secreto, ¿por qué prohíbe divulgarlo? Para que viesen que El cumplía el plan
del Padre y que no buscaba ni precipitaba estos acontecimientos. Tenía que
esperar a su “hora.” Éste es el tercer milagro que recoge Marcos en el que
Jesús prohibe que se divulgue la noticia. Antes lo había hecho en la curación
de un leproso (1,44) y en una resurrección (5,43); ahora lo hace con un
sordomudo (v. 36), y poco después lo hará con un ciego (cfr 8,26). Son
prácticamente los mismos signos (cfr Mt 11,2-5; Lc 7,18-23 y notas) con los
que, en otra ocasión, indicó a los discípulos del Bautista que Él era el
Mesías.
La
emoción mesiánica de la turba se desbordó. Y corrió por la comarca, evocándose
este mesianismo, al citar y aplicar Mc a Cristo unas palabras que evocaban las
que Isaías dice del Mesías: cómo hará hablar a los mudos y abrirá los oídos de
los sordos (Is 35,5.6). Y que fue la respuesta que, para probar en cierta
ocasión su mesianismo, Cristo mismo alegó a los mensajeros del Bautista que
venían a preguntarle si El era el Mesías (Mt 11,1-6; Lc 7,18-23).
El
sordo y tartamudo simboliza la actitud cerrada del mundo pagano frente al
proyecto de Dios, la sanación de este hombre ratifica la actitud de los paganos
que poco a poco abren sus oídos a la Palabra de Dios.
El
comentario de la Biblia de Martin Nieto es preciso para este texto “El ruido
ensordecedor de la sociedad en que vivimos ha imposibilitado en el hombre la
audición de otras palabras que no sean las suyas. No puede oír las voces que
claman contra la injusticia y la opresión..., ni las que proclaman la igualdad
de derechos para todos y el respeto a los de cada uno. Sólo cuando el hombre
escucha la palabra del otro y del totalmente Otro se siente profundamente liberado.
Liberación que llegará entonces a su lengua. La lengua quedará libre para
anunciar al liberador que trae la salvación definitiva a todos los hombres”.
Hay
ataduras que no nos permiten soltar nuestro voz para expandir la Buena Nueva,
permanecemos ocupados en cosas sin importancia, nuestra lengua solo proclama lo
que el mundo nos presenta (odio, violencia, sexo), es la hora de pedirle a Dios
que nos ayude a desatar esas ataduras para que nuestros oídos se abran al
mensaje de Salvación y nuestra boca proclame que Jesús es el Señor.
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