LA ACTITUD FRENTE A LAS COSAS TEMPORALES (MT 6,19-24)

viernes, 28 de octubre de 2011

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En el esquema literario de Mateo, no así en Lucas, que los trae todos pero en contextos diferentes, se inserta a continuación, en este capítulo 6, lo mismo que en el siguiente, una serie de temas que no tienen ya por finalidad directa, como lo anterior de este capítulo, el espíritu que debe informar las prácticas religiosas en cristiano, sino evocadas por una cierta semejanza de contenido, se expone una serie de temas preferentemente morales, la actitud del cristiano ante diversas situaciones. Acaso Mateo los toma de Lucas para insertarlos en este programático sermón.
Leamos el texto de Lucas: 19 No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen y donde los ladrones horadan y roban. 20 Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen y donde los ladrones no horadan ni roban. 21 Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. 27 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere sano, todo tu cuerpo estará luminoso; 23 pero, si tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas; pues si la luz que hay en ti es tinie-blas, ¡qué tales serán las tinieblas! 24 Nadie puede servir a dos señores, pues o bien aborreciendo al uno, menospreciará al otro, o bien adhiriéndose al uno me-nospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
1) v. 19-21. Que los hombres no alleguen tesoros en la tierra. La escena evoca una de aquellas casas de Palestina, y acaso pobres. En cofres y arcones se guardaban telas, trajes, tejidos valiosos; también en lugares más disimulados de la casa, y hasta ocultas en tierra y guardadas en cajas o en jarras, como en Qumrán, se guardaban cosas valiosas, monedas, joyas, lo mismo que alimentos y todo tipo de grano. Todo esto guardado con esmero está expuesto a la pérdida o destrucción.
La “polilla” acribilla los tejidos (Lc 12,23). Lo mismo les causa otro elemento que destaca Mt, βρώσις. La Vulgata lo traduce por aerugo, que, ordinariamente, significa “orín” o “herrumbre,” pero que también significa, en Plinio, un gorgojo que roe el grano . En Mala-quías (3,11) es la “langosta,” pero aquí no está en situación, a no ser que se la suponga ata-cando a los graneros y destruyendo alimentos y frutas. Etimológicamente significa “comer,” y derivadamente, corrupción, erosión, destrucción. Si por “paralelismo” a “polilla” pediría otro tipo de gusano destructor, también puede traducirse por “herrumbre,” ya que se puede referir a la destrucción de objetos e hipotéticos tesoros metálicos. Pero ello es cuestión muy secundaria para la enseñanza teológica de Cristo.
Por fuera también todos esos “tesoros” se hallan amenazados. Los ladrones los pueden robar fácilmente, “horadando” las casas palestinas, hechas de argamasa y adobe (Ez 12,5). Claro ejemplo es el paralítico al que descuelgan por el techo, “hecha una abertura” (Mc 2,3.4). Hasta aquí se expone el aspecto antiutilitarista de estos tesoros.
De esta imagen, se eleva el pensamiento a la consideración religiosamente utilitarista de los verdaderos afanes. Para seguridad hay que atesorar valores en el cielo. Se lee en los apócrifos Salmos de Salomón, “El que obra la justicia atesora vida para sí mismo junto a Dios” . Y en el apócrifo Testamento de Leví (13,5) se lee, “Haced justicia, hijos míos, sobre la tierra, para que tengáis un tesoro en el cielo.” El v.21 se une lógicamente con el v.24.
2) v.22-23. Este segundo grupo no tiene una conexión necesaria con lo anterior. En Lc (11,34-36) tienen un contexto más apto. Posiblemente están fuera del contexto. La ausencia de los otros dos grupos en Lc lleva a ello. Tienen aquí el valor de un paréntesis explícito del grupo primera Para atesorar en el cielo hay que tener allí su corazón.
Se ha hecho ver que el logion, “el ojo, lámpara de tu cuerpo,” es sinónimo de corazón, como éste lo es en la psicología primitiva de la conducta del hombre.
La “lámpara” que alumbra al cuerpo es el ojo. Cuando está “sano,” literalmente “sim-ple” (απλούς), corresponde al hebreo tamim o arameo shelim = perfecto, y, en este caso, “sa-no,” es decir, cuando el ojo realiza su función, normalmente todo el cuerpo se ve inundado del beneficio de la luz, “Todo tu cuerpo está iluminado.” Pero si está “enfermo,” “malo” (πονηρός), en sentido físico, inutiliza al hombre, todo el cuerpo está en “tinieblas.” Rabí Elie-zer distinguía el camino bueno y malo según que el ojo era bueno o malo, es decir, que el hombre fuese benévolo o envidioso. El “ojo malo” se lo usa como sinónimo de ambición, rivalidad, alevosía, egoísmo.
Si la conducta del ser humano está “enferma,” si ese “ojo” que es “la luz que hay en ti,” que debía iluminar con la luz de Cristo la vida moral, es “tiniebla,” el hombre estará si-tuado en tinieblas morales. Y si lo que es “luz” es en él “tinieblas,” ¡cómo será esta moral en él! Llevará al mayor extravío, al hacer poner “el corazón” en lo que no es el verdadero “teso-ro” (Rom 1,18ss).
Con este tema de la “simplicidad” y del “ojo” se describe la integridad, en el sentido de su total y exclusiva obediencia a los mandamientos de Dios; con estos elementos aparece extraordinariamente destacada en el Testamento de los Doce Patriarcas (C. Edlund). Parte de estos “testamentos” está dedicada al tema de la “simplicidad”/”integridad.” Hoy se piensa que esta obra es eseniana (M. Philonenko), e incluso obra de un esenio convertido al cristia-nismo (Daniélou). Así el hombre con esta “simplicidad” permanece en la luz cristiana.
3) v.24. El v.24 se entronca, cerrando el paréntesis, con el v.21, “Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.” Está basado en la psicología del corazón humano y de la legislación oriental judía. La formulación tiene el extremismo oriental. No se habla de ciertas, aunque imperfectas, incompatibilidades, v.gr., una imperfección compatible con un fundamental amor a Dios. Literariamente se presenta un siervo entregándose totalmente a un señor; su voluntad es la de éste. Esto le impedirá servir a otro totalmente. El siervo no tiene más que la voluntad de su amo.
Aún se acusa más el extremismo de incompatibilidades, “amará” a uno y “odiará” al otro. Esta formulación hebraica no significa odio propio, sino no amar o amar menos (Mt 10,36.37; cf. Lc 14,26; Rom 9,12). Y Cristo saca la enseñanza, “No se puede servir a un tiempo — con verdadera servidumbre totalitaria de afanes — a Dios y a Mamona.” Esta apa-rece así como el injusto y enemigo del hombre.
Esta palabra (heb. = mamón; aram. = mamona') es precisamente la transcripción de la forma aramea 77 y es la personificación de la riqueza; y en el judaísmo tardío generalmente mal adquirida.
En la literatura rabínica designa los bienes materiales, aunque no el cuerpo humano, objeto del derecho civil 78. No se puede “servir” a Dios y a las riquezas. Ni psicológica ni re-ligiosamente esto es posible. El corazón ha de estar totalizado en Dios.
Los v. 19-21 y el 24 vienen a ser literariamente una “inclusión semita.”

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