Es
increíble ver en nuestras iglesias y en muchas predicaciones el grado tan
superficial de explicar e interpretar las Sagradas Escrituras. Decimos cosas
fuera de contexto y analizamos el texto con una idea preconcebida de nuestra realidad.
No tomamos en cuenta los diferentes contextos en que se produjo el dato bíblico
y lo peor aún es que muchas veces desconocemos el autor y la comunidad a la que
se dirigió un determinado Evangelio.
Las
Sagradas Escrituras deben primeramente explicarse para luego interpretarse, lo
que llamamos exégesis y hermenéutica.
ü EXÉGESIS
El
término exégesis significa explicación, interpretación, y deriva del verbo
ex-egeomai, dirigir, sacar fuera; por extensión, explicar, exponer, narrar.
La
tarea suprema de la exégesis «es la de
hallar y exponer el verdadero sentido de los Libros Sagrados y, al hacerlo,
deberá tener siempre presente que lo que más ahincadamente ha de procurar es
ver y definir cuál es el sentido de las palabras de la Biblia, que llaman
literal» (Enc. Divino Afflante Spiritu: EB 550). Pero como los libros de la
Biblia han sido escritos por inspiración del Espíritu Santo, y Dios en su
composición se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y
talentos, se deduce que estos hombres son también verdaderos autores de sus
respectivos libros, pues, al obrar Dios «en ellos y por ellos, pusieron por
escrito todo y sólo lo que Dios quería» (Const. Dei Verbum, 3,11). Esta
dualidad de autores no significa que en el texto sagrado haya dualidad o
disparidad de sentidos literales, es decir, un sentido divino, el único
infalible, y un sentido humano, bajo el cual se oculta el sentido divino (EB
612). Todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el
Espíritu Santo, y viceversa.
Para
algunos autores la exégesis debe limitarse rigurosamente a comprender lo que el
texto dice, y repetirlo después en términos actuales. Para otros el exégeta
debe hacer ambas cosas: comprender el texto, y explicarlo en términos actuales.
Las dos partes deben constituir un proceso único interpretativo. En concreto,
el itinerario exegético debe consistir en ir del texto a su ambiente histórico
y a su origen, para regresar luego al texto.
El
exégeta debe emplear diversas metodologías interpretativas, en especial: Reconstruir
un texto de manera confiable, estudiar los criterios lingüísticos, la forma, la
composición, el género y la dependencia, así como el ambiente cultural y
religioso de la época y valorar finalmente el texto, de acuerdo al marco histórico
de la época a que se refiere el mismo.
ü HEMENEUTICA
Según
Severino Croatto la "Hermenéutica" es el correlato del
término "interpretación", más común. Hermeneuo, en griego, es el
equivalente de interpretar. En sí, es la misma realidad en dos vocablos
diferentes, griego el primero, latino el segundo. Pero como éste se ha hecho
común y por eso ha perdido en precisión, se prefiere el de
"hermenéutica" para indicar sobre todo tres aspectos que deben ser
explícitos:
*
Ante todo, el lugar privilegiado de la operación hermenéitoca es la
interpretación de los textos.
**
En segundo lugar, se supone que el intérprete condiciona su lectura por una
especie de precomprensión que surge de su propio contexto vital.
***
En tercer lugar, y esto no siempre queda bien definido pero será central en
nuestro desarrollo, el acto hermenéutico hace crecer el sentido del texto que
se interpreta”.
La
evidencia de la interpretación bíblica se remonta al Antiguo Testamento, en
donde aparece una explicación clara en la figura de Esdrás, sacerdote y escriba
que vivió en el siglo V a.C.: “Y Esdrás leyó en el libro de la Ley de Dios,
aclarando e interpretando el sentido, para que comprendieran la lectura” (Nehemías 8,8).
La
distinción entre ambos términos (Exégesis y Hermenéutica) es muy sutil, por lo cual es motivo de
confusión en muchas ocasiones, aunque en líneas generales se utiliza la
hermenéutica para describir la interpretación de un determinado texto bíblico,
mientras que la exégesis en un concepto que involucra la extracción del
significado del texto bíblico. Por consiguiente las funciones de ambos términos
no son las mismas, sino que se complementan.
Ambas
palabras provienen etimológicamente del idioma griego y las dos se traducen por
explicar o interpretar, si bien en la práctica se matiza más el significado de
cada una de ellas, haciendo más claro el significado de uno y otro término.
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