El
texto de Lucas (17,5-10) nos presenta dos partes bien diferenciadas, en primer
lugar nos habla del poder de la FE (Lc 17,5-16) y luego del servicio que se
debe prestar con humildad (Lc 17,7-10).
La
primera parte proviene de la fuente “Q” y su concordancia con Mateo es 17,20
donde los discípulos no han podido expulsar de un niño epiléptico el
demonio. La traducción de Lucas habla de
la “fe como un grano de mostaza” y en
donde ellos le han podido decir al sicómoro “arracancate” y plántate en
el mar” y asi hubiera sucedido. Por su
parte Lucas habla de un monte y no de un sicómoro. Muchos exégetas hablan de
esta diferencia y cuál de las dos traducciones es la más original, unos se
inclinan por el texto de Lucas y otros como R. Bultmann por la traducción de
Mateo.
Los
apóstoles le piden al Señor que les aumente su fe, y Jesús le responde que si
tuvieran fe “como un grano de mostaza” podrían haber arrancado al sicómoro
solamente con sus palabras, sin embargo su fe es muy vacilante, pero sobre todo
muy pequeña, todavía no han comprendido las cosas sobrenaturales que ante sus
ojos han pasado.
La
segunda parte trata sobre la parábola que Jesús le dice a sus apóstoles sobre
el servicio que se debe prestar con humildad (Lc 17,6-10). El texto es
exclusivo de Lucas y están tomadas de su fuente “L”.
El
cuadro de la parábola, muy sencillo, es tomado de la vida de un hombre del
campo. Este solo un esclavo para los trabajos agrícolas y el pastoreo del
ganado. Cuando después de un día de trabajo el esclavo regresa a casa, su dueño
no lo va invitar a que coma primero él por estar cansado, sino le va exigir, a
su regreso, que haga los trabajos de la casa que faltan, solamente después
podrá comer y beber con él. Y cuando el esclavo haya hecho todo lo que le fue
mandado, el dueño no tiene por que agradecérselo, es esclavo y está obligado a
ello.
El
sentido de la parábola nos dice que somos “pobres siervos” (Lc 17,10), en otras
traducciones se dice que son “siervos inútiles” que han hecho solamente lo que tenemos que hacer.
El servicio que el cristiano presta debe ser en dos vertientes, en primer lugar
con “humildad” y en segundo lugar “sin esperar nada a cambio”, sin esperar
ninguna recompensa.
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