Es increíble el apoyo que hace algunos
días el presidente Obama le dio a las uniones homosexuales omitiendo el mandato
de Dios sobre el matrimonio y la fecundidad
“Dios los bendijo, diciéndoles:
Sean fecundos y multiplíquense” (Gen 1, 28). En El libro de Números el
Señor nos dijo claramente que “Debemos
guardar sus decisiones, pues el que las cumple vivirá gracias a ellas” (18,5). Y
uno de sus preceptos fue “No te
acostarás con un hombre como se hace con
una mujer” (Num 18,22).
Hoy Jesús nos está reclamando lo mismo
que le dijo a los fariseos “¿No han leído
que el Creador al principio los hizo hombre y mujer y dijo: El hombre dejará a su padre y a su
madre y se unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola
carne. Pues bien, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.” (Mt 19,4-6).
La Iglesia Católica no discrimina ni
rechaza a nadie ya que todos somos hijos de Dios, pero lo que no tolera es el
pecado que el hombre lleva a cabo destruyendo familias y sociedades enteras.
Basta recordar el pasaje de Sodoma y Gomorra (Gen 19, 1-25).
El presidente Obama decidió apoyar las
bodas entre personas del mismo sexo tras hablar “con amigos, miembros de mi
familia, vecinos” y haber visto “miembros de mi equipo que tienen relaciones
homosexuales monógamas muy consolidadas y que crían niños juntos”. Vale la pena
preguntarse si Obama ¿ha leído la Biblia alguna vez? y ¿qué otras cosas
abominables vendrán que han sido vistas por él?
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