11 Pero la gente lo supo y partieron
tras él. Jesús los acogió y volvió a hablarles del Reino de Dios mientras
devolvía la salud a los que necesitaban ser atendidos.
12 El día comenzaba a
declinar. Los Doce se acercaron para decirle: «Despide a la gente para que se
busquen alojamiento y comida en las aldeas y pueblecitos de los alrededores,
porque aquí estamos lejos de todo.» 13 Jesús les contestó: «Denles
ustedes mismos de comer.» Ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos
pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para
todo este gentío?» 14 De hecho había unos cinco mil hombres. Pero Jesús
dijo a sus discípulos: «Hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta.» 15
Así lo hicieron los discípulos, y todos se sentaron. 16 Jesús entonces
tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció
la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los distribuyeran
a la gente. 17 Todos comieron hasta saciarse. Después se recogieron los
pedazos que habían sobrado, y llenaron doce canastos.
Comentario General
La
noticia sobre la perplejidad de Herodes va seguida inmediatamente por la
indicación de la vuelta de los apóstoles (Le 9,10), una vez cumplida su misión
(cf. Le 9,1-6), y por la multiplicación de cinco panes y dos peces para dar de
comer a más de cinco mil personas (Le 9,12-17). De todos los prodigios
realizados por Jesús durante su ministerio en Galilea, éste es el único que
aparece en las cuatro recensiones del evangelio. El análisis del episodio
resulta particularmente difícil porque hay que compararlo no sólo con el pasaje
paralelo de Juan (Jn 6,1-15), sino con otras dos narraciones en cada uno de los
otros dos evangelios sinópticos: un prodigio realizado para dar de comer a
cinco mil personas y otro para cuatro mil. Concretamente, los paralelos
sinópticos de este episodio particular de Lucas son Me 6,30-44 y Mt 14,13-21.
Hay que atribuir a la llamada «omisión mayor», en el Evangelio según Lucas, la
falta de correspondencias con Me 8,1-10 y Mt 15,32-39, es decir, la
multiplicación de los panes y de los peces para dar de comer a cuatro mil
personas. Éste es uno de los ejemplos más evidentes de la pre-disposición de
Lucas contra todo género de «duplicados» en su narración evangélica.
En
este sentido, la narración de Lucas guarda cierta semejanza —aunque, eso sí,
bastante aparente y en elementos secundarios— con el Evangelio según Juan, que
no conserva más que un solo relato de multiplicación de panes y peces.
Este
relato de Lucas, prepara la solemne
declaración de Pedro sobre la personalidad de Jesús. Al comienzo del episodio,
Jesús se retira con sus discípulos; pero la gente se da cuenta, y va detrás de
él. Sin embargo, al terminar la escena, no se consigna ningún tipo de reacción
por parte de la multitud. Lo que tenían los discípulos —cinco panes y dos
peces— no basta para dar de comer a una muchedumbre; en cambio, lo que Jesús
posee es tan abundante, que no sólo «todos comieron hasta quedar saciados»,
sino que sobró tanto, que se recogieron doce cestos de sobras. Y ahora sí; ante
esa abundancia, ante esa espléndida liberalidad, viene la reacción del portavoz
de los discípulos.
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