El
Evangelio que analizaremos hoy y que es el del próximo domingo (Lc 9,51-62) consta de dos partes: 1. La
decisión firme de subir a Jerusalén por parte de Jesús (9,51-56). 2. Las exigencias de la vocación apostólica
(9,57-62).
Después
de realizar la mayor parte de su
ministerio publico en Galilea: En la sinagoga de Nazaret (Lc 4,16), enseñaba a
la gente y curaba a los poseídos (Lc 4,
31-37), enseñaba a orillas del lago (5,1-11), oraba en la montaña y llamó a los
apóstoles (Lc 6,12-16), sana al sirviente del centurión (Lc 7,1-10), da de
comer a más de cinco mil en Betsaida (Lc
9,10-17), Jesús decide cambiar de territorio. Con esto, se acerca al lugar y a
la hora de su fin.
La
expresión usada “puso firme su rostro”, o “afirmó su rostro” para ir hacia Jerusalén,
quiere decir que lo decidió firmemente de manera irrevocable, era algo
definitivo. Empezaba un nuevo período de su vida.
Jesús
está consciente que se estaba acercando
la hora final de culminar con su proyecto, se acercaba la hora de la
“asunción”. La palabra griega usada es “analémpsis” que significa elevar,
levantar, subir, arrebatar.
El
contexto del viaje de Jesús a Jerusalén “parece
inspirada por un paralelismo de Mc 10,1-52, el hecho que más de dos terceras
partes de todo el bloque narrativo ofrecen una compilación de materiales tan
heterogéneos como diversas máximas de Jesús (proverbios, parábolas, sentencias
sapienciales, normas jurídicas, afirmaciones escatológicas)”1.
La
primera parte del Evangelio nos narra la decisión firme de subir a Jerusalén
por parte de Jesús (9,51-56), sabemos que la decisión del viaje se hace a
“escondidas” (Jn 7,10), en privado, sin agregarse a los grandes grupos de
peregrinos. Se lleva consigo a un grupo de hombres, probablemente los
apóstoles, lo que es capaz de llamar la atención de los samaritanos como grupito particular de
peregrinos, es por ello que manda a unos “mensajeros” por delante para preparar
todo lo concerniente al hospedaje y la comida, sin embargo no hubo manera que
recibieran al grupo, precisamente porque iban como peregrinos a Jerusalén. Los
samaritanos después de la deportación en
el 722 a.C era una mezcla de razas (2 R
17,3-6.24). Destruida en el 108 a.C , fue reedificada en el 30 a.C con el nombre de Sebaste. En el
siglo I eran tratados como heréticos, legalmente impuros (Jn 4,9; 8,48).
El
hecho de no haber sido recibidos por los
samaritanos “provocó una reacción violenta entre los apóstoles,
especialmente entre los dos hijos de
Zebedeo. No en vano los apellidó con el
nombre de “truenos”. Ellos saben que Jesús les había dado poder para hacer
milagros (Mt 10,1). Querían usarlo en ese momento, piden a Jesús el permiso de
proceder como el profeta Elías (2 R
1,10-12), mandando un fuego desde el cielo para quemar toda la aldea. Ninguno de los dos puede simular su
viejo odio hacia los samaritanos. La respuesta de Jesús fue bien clara, rechazó
todo acto de violencia y no es el camino querido por Dios para solucionar los
conflictos humanos, por eso siempre la repudió.
· * Condenó la ira y la
equipara al asesinato (Mt 5,44).
· *
“No opongan resistencia
al que les hace el mal, si te da una bofetada en tu mejilla derecha ofrécele
también la otra (Mt 5,38).
· * “Amen a sus enemigos”
(Mt 5,44).
· *
“No te digo hasta siete
veces, sino hasta setenta veces siete (Mt 18,22).
La
segunda parte del Evangelio nos habla de las exigencias de la vocación
apostólica (9,57-62). “El discipulado,
entendido como seguimiento de Jesús en su camino se ilustra, mediante tres
proverbios hiperbólicos. La función de los proverbios es ayudar a que la gente
dé sentido a la vida mostrando cómo el mundo tiene su lógica coherente. En los
proverbios de los vv. 58.60.62, Jesús usa la hipérbole o exageración para que
los destinatarios rompan sus esquemas de organización del universo y vean la
existencia desde un ángulo totalmente nuevo, el del discipulado como respuesta
al reino de Dios proclamado por Jesús”2. Esta perícopa (Lc 9,57-62) se encuentra
conservada también en Mt 8,19-22. Hay diferencias significativas entre los dos
evangelistas con respecto al momento histórico, mientras en Lc el texto se
presenta al momento del viaje a Jerusalén, Mt por su parte lo pone en pleno
ministerio galilaico, antes de la tempestad calmada. Particularmente prefiero
el contexto de Lc ya que se precede a la importante misión de los 72 discípulos,
es una misión de gran envergadura, que debía ser previamente bien preparada.
En
el texto se presentan tres vocaciones:
1. El
primero que se acerca y tiene la iniciativa es un escriba (Mt), un rabino, un
maestro de Israel. El hombre viene con rectas intenciones, sin embargo es
escrutado por Jesús y le habla que en el seguimiento quedan atrás las
comodidades “El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Lc 9,58).
2. En
el segundo caso, el candidato no tiene la iniciativa sino Jesús, en ambos
evangelistas Mt y Lc hay ciertas diferencias. En Lc, Jesús llama directamente
el hombre a su seguimiento, se diría que antes no era discípulo. En Mt ya
aparece como discípulo. Jesús en tono proverbial le dice “Deja que los muertos
entierren a sus muertos” (Lc 9,60). La palabra “muerto” es empleada con dos
sentidos diferentes, uno metafórico y otro literal. En el primer caso, el
“muerto” es un hombre que no tiene la vocación de seguir a Jesús. Si él piensa
que quiere ser discípulo debe subordinar los intereses de la propia familia a
los intereses del discipulado.
3. El
hombre del tercer caso tiene la iniciativa. Está dispuesto a seguir a Jesús,
pero ante una posible larga ausencia debido al compromiso, le parece mejor
despedirse primero de sus familiares, igual que le pidió Eliseo a Elías (1 R
19,20), sin embargo Jesús no es tan condescendiente como Elías, porque descubre
en el candidato una posible añoranza de lo que va a dejar y por eso le dice
“Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de
Dios” (Lc 9,62).
ACTUALIZACIÓN.
ü En el mundo: Se
necesitan personas que tengan el
carácter firme de Jesús, que estén dispuestos no a dejarse moldear por el mundo
sino más bien a cambiarlo. Hoy dependemos de toda la “basura” que se nos
ofrece, la palabra de Dios está ausente en muchos rincones del planeta.
Necesitamos una recomposición social basada en el poder del Evangelio.
ü En las familias:
Se debe tener la iniciativa de seguir a Jesús, construir familias solidas
basadas en el amor y no en la violencia. Una preocupación del Papa Francisco es
precisamente el rol que está cumpliendo la Pastoral familiar en cada país. Hay
que mejorarla y llegar a los novios y matrimonios, no dejarlos solos.
ü En la política y
economía: El cristiano debe ocupar puestos
importantes dentro de la política, no es un trabajo exclusivo para “políticos”.
Muchas veces dejamos decisiones importantes en temas como el aborto, la
eutanasia, las uniones homosexuales, en manos de hombres y mujeres
inescrupulosas, sin ningún temor de Dios y en donde solo privan sus intereses
personales.
ü A nivel personal:
El ser humano tiene la semilla del amor dentro
de su corazón. Por tanto es una creatura hecha y querida por Dios. Sin
embargo muchas veces tomamos caminos
diferentes al de la verdad. Jesús quiere seguidores dispuestos a entregarse con
total disposición y obediencia a su proyecto de amor, es un camino difícil pero
que tiene su recompensa desde el mismo momento en que aceptamos la
invitación de seguir a Jesús.
Bibliografía.
1.
FITZMEYER, Joseph, El Evangelio Según San Lucas, Tomo
3, cap 9, Cristiandad, Madrid 1987, 1ra Edición, p 180.
2. BROWN, Raymond, Nuevo comentario
San Jerónimo, Tomo 3, Verbo Divino, Estella 2004, 1ra Edición, p 171
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