El
texto de Mc 14,12-16.22-26 esta presentado luego de la traición de Judas, era
el “primer día de los panes Ázimos” (ἀζύμων gr. azúmos denota pan sin levadura,
esto es, sin ningún proceso de fermentación; de ahí, metafóricamente, de una
condición santa, espiritual. Heb מַצָּה matstsá. Este nombre aparece 54 veces;
todos los casos menos 14 se encuentran en el Pentateuco. El resto aparece en
narraciones en prosa o en la discusión de Ezequiel sobre el nuevo templo (Ez 45,21).
En el Oriente antiguo, el pan casero se hacía añadiendo levadura a la artesa y
trabajando la masa hasta mezclarla toda. El pan hecho con prisa omitía la masa
fermentada (leudada): Lot «les preparó un banquete; hizo panes sin levadura y
comieron» (Gn 19,3). En este caso el término se refiere a pan preparado apresuradamente
para huéspedes inesperados. Las fiestas de Israel a menudo involucraban el pan
ázimo, tal vez haciendo relación entre fermentación, putrefacción y muerte (Lev
2,4 ss); o quizás porque el pan ázimo le recordaba su éxodo apresurado de
Egipto y los rigores de la marcha a través del desierto).
Los
discípulos le preguntan a Jesús «¿Dónde
quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de
Pascua?» Jesús les contesta: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un
hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño
de la casa: "El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la
Pascua con mis discípulos? El os enseñará en el piso superior una sala grande,
ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros.» Los
discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había
dicho, y prepararon la “Pascua” (πάσχα gr. Pascha. Transcripción griega del
término arameo para la Pascua, del hebreo pasac, pasar por encima, dejar a un
lado; fiesta instituida por Dios en conmemoración de la liberación de Israel de
Egipto, y esperando expectativamente el sacrificio expiatorio de Cristo).
Ya
dentro del lugar Jesús: tomó pan, lo
bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.» La
palabra σῶμά “somá” es cuerpo como un todo. Luego
tomó una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les
dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos”. La Alianza
o Pacto recibe el nombre de «nuevo» (Hb 9,15), el «segundo» (Hb 8,7), el
«mejor» (Hb 7,22). En Hb 9,16-17, la traducción es muy discutida. La palabra Sangre
es transliterada por “haima”, y “muchos” por “pollon” no dice “todos” sino
numeroso, largo grande. En muchos misales la traducción era “todos”.
La
narración de la institución Eucarística de Mc forma un grupo muy marcado con
Mt, diferenciándose accidentalmente, aunque manifiestamente, del grupo Lc-Pablo.
“Mientras
comían” tiene lugar la institución eucarística. Para Lc, “después de haber
comido.” La razón es que Lc precisa el momento; fue después de haber terminado
la cena estricta, comiéndose el cordero pascual, pero continuándose con los
ritos de la cena. Mc-Mt sólo dicen que se celebró durante ella, sin más
precisiones.
En
cambio, al relatar la consagración del cáliz, Mc tiene una redacción extraña.
Según él, Cristo tomó el cáliz, dio gracias, se lo dio, y bebieron todos de él.
Y después de esto consagra su Sangre. Mc seguramente lo relata así por lograr
una “eliminación” del tema en orden a una mayor claridad. Desea hacer ver que
todos bebieron de aquel único cáliz consagrado.
El
provecho de esta sangre es por “muchos.” Es semitismo por “todos,” como se ve
en diversos contextos neotestamentarios y en la literatura rabínica. Hay además
una alusión literaria al “Siervo de Yahvé,” que sufre por “muchos”, multitudes
(Is 53,12).
En
Mc, como en Mt, se omite la orden de repetir la celebración eucarística, que
aparece en Lc y Pablo. Acaso se deba a que la tradición de Mc no recogió este
elemento, o que él mismo lo omitió por innecesario, ya que estaba incluido en
el hecho de la celebración. Pues una “rúbrica no se la recita, se la ejecuta.”
Siendo la “nueva Alianza” había, como la otra, de repetirse, “conmemorarse” (Ex
12,14; Dt 16,3; Ex 13,3.9) . Sin embargo, es doctrina definida en Trento que
con esas palabras Cristo ordenó sacerdotes a los apóstoles y preceptuó el
sacrificio eucarístico.
Como
Mt, pone a continuación la frase “escatológica” de reunirse con ellos en la
etapa celeste del reino, representada, en el medio ambiente, bajo el símbolo de
un banquete. La conciencia de Cristo es clara en toda esta tragedia.
San
Juan Crisóstomo dice unas palabras muy bellas sobre este texto: “Y todavía hoy está allí Cristo, quien
adornó aquella mesa, y consagra también ésta, porque no es el hombre quien
convierte estas ofrendas en el Cuerpo y Sangre de Cristo, sino el mismo Cristo
que fue crucificado por nosotros. De los labios del presbítero salen las
palabras, pero son el poder y la gracia de Dios los que las consagran. Las
palabras: "Este es mi cuerpo", son las que consagran las ofrendas, y
como aquella voz que dice: "Creced y multiplicaos, y llenad la
tierra" (Gn 1,22), fue dicha una sola vez y no obstante, produce su efecto
en todo tiempo para la generación en toda la naturaleza, así igualmente esta
voz pronunciada una vez presta firmeza al sacrificio en todos los altares de la
Iglesia hasta hoy y hasta la venida de Cristo.
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