LA FECUNDIDAD DE LA QUE HABLÓ DIOS EN LA CREACIÓN

lunes, 5 de octubre de 2015

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Por todas partes vemos como muchos países han aprobado las uniones del mismo sexo. El basamento por el cual erigen esta bandera es “los mismos derechos que un hombre-mujer”. Ninguna persona puede establecer sus propios derechos sin tomar en cuenta lo que Dios ha dicho, somos sus criaturas y a él nos debemos. Incluso cuando alguna ley valla en contra de lo que ha establecido Dios el cristiano esta en el deber de rechazarlo a expensas de las consecuencias que ello traería. Se debe obedecer primero a Dios, por eso el mismo Jesús dijo “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21).
Ahora bien, veamos lo que dijo Dios al momento de crear al hombre y la mujer “Y los bendijo Dios con estas palabras: «Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra” (Gn 1,28). Dios le dijo al hombre y la mujer que tenían que ser “fecundos”( פְּרוּ Hb. perú) que significa “aumentar, crecer, fértil, fructífero, fructificar, dar fruto, multiplicar, producir, retoñar”, en resumidas cuentas “producir fruto”. El hombre y la mujer están hecho para dar fruto de su amor, y ese fruto son los hijos que son un tesoro de Dios. La palabra פְּרוּ aparece 4 veces en el AT:
1. Gn 1,22 refiriéndose al hombre y a la mujer.
2. Gn 1,28 refiriéndose al hombre y la mujer.
3. Gn 9,1 refiriéndose a Noé y a sus hijos.
4. Gn 9,7 refiriéndose a Noé y a sus hijos.
5. Ex 1,7 aparece פָּר֧וּ hb. “paru” que también denota fecundidad. Se refiere a los israelitas, a lo fecundo que fueron y como se multiplicaron.
Como vemos, Dios habla de la fecundidad siempre en la relación hombre-mujer. Fuera de este contexto se va en contra de lo establecido por Él. ¿Quién es el hombre para cambiar sus preceptos? La relación entre un hombre y una mujer es la querida por Dios, las uniones del mismo sexo son un acto abominable Lv 18,22. Dios ama el pecador pero aborrece el pecado, las uniones del mismo sexo no traerán fecundidad, por el contrario, sus consecuencias para la familia y la sociedad serán nocivas.

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