Muchas
personas dicen que Dios nos les habla y que él permanece escondido a sus
peticiones. La Epístola a los Efesios en
su capítulo 5,8-10 dice: “Porque en otro
tiempo fuisteis tinieblas; pero ahora sois luz en el Señor: Vivid como hijos de
la luz, pues el fruto de la luz consiste en todo tipo de bondad, justicia y
verdad. Examinad qué es lo que agrada al
Señor”.
El cristiano se encuentra en innumerables
situaciones en una encrucijada para saber qué es lo que Dios quiere de nosotros.
La palabra “δοκιμάζοντες” “dokimázontes” aparece solamente una vez en el NT y
viene del verbo “δοκιμάζω dokimázo” que
traduce por “examinar, probar y saber distinguir”. Pablo nos dice entonces,
que, los que son de la luz están en la capacidad de “saber distinguir” lo que está
bien de lo que está mal.
Sabiendo lo que agrada a Dios tenemos
la responsabilidad de denunciar “las
obras infructuosas de las tinieblas” (Ef 5,11), el cristiano no debe permanecer
callado ante las obras del mal aún cuando nos cueste persecuciones, malos
tratos y hasta la muerte, tal fue la acción de Jesús, denunció el pecado, amó
el pecador y dio su vida como sacrificio de amor.
En la Biblia encontramos las Palabras
de Dios para nuestra salvación y el vínculo para estar en contacto con él es la
oración.
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